CONTRATOS LEGALES.
Sussman, Cogswell y Ross (1973) combinaron su ingenio
emprendiendo estudios de contratos matrimoniales, los cuales suelen darse en
las siguientes estipulaciones:
En el matrimonio o vida en pareja se establece una serie de contratos,
es decir, una serie de expectativas, ilusiones y deseos que un cónyuge espera
del otro que estos sean complacidos. Asimismo, el otro cónyuge espera tanto dar
como recibir satisfacción de sus expectativas. Dichos contratos en su mayoría
no son expresados por la pareja, otros son conscientes o inconscientes.
El contrato formal que puede firmar una pareja expresa su ideología
y resume sus principios; es una expresión concreta de sentimientos y actitudes,
en la medida en que los individuos son conscientes de ella. Sin embargo, los
contratos escritos; los cuales no están destinados a contemplar las
necesidades, expectativas y obligaciones emocionalmente determinadas. Los
integrantes de la pareja cada cual actúa como si su propio programa matrimonial
fuera un pacto convenido y firmado por ambos; cada cual piensa en su único
contrato, aunque se desconocen partes de él. No son verdaderos los contratos,
sino dos conjuntos diferentes de expectativas, deseos y obligaciones, cada uno
de los cuales existe sólo en la mente de un cónyuge.
Cada miembro de la pareja cree que recibirá lo que quiere, a
cambio de lo que él dará al otro. Pero como cada cual actúa con base al
conjunto de cláusulas contractuales, e ignorando las de su compañero, y que
además dichas cláusulas van cambiando con el tiempo; al alcanzar diversas
etapas del ciclo vital familiar y el actuar de fuerzas externas sobre la pareja
o sobre los integrantes de la familia, suele ocurrir que uno de los esposos
modifique las cláusulas o reglas en el matrimonio sin discutirlas y sin consentimiento
del otro.
A medida que pasa el tiempo en la convivencia de pareja en el matrimonio, se va dando paso a diferentes etapas del ciclo vital familiar, las cuales exigen una cambios en los contratos establecidos por la pareja.
Contratos matrimoniales individuales.
Posee una “dinámica contractual” siendo un poderoso
determinante de la conducta individual dentro del matrimonio y, asimismo, de la
calidad marital. Por lo tanto se entiende por contrato marital los conceptos expresados y tácitos, conscientes e
inconscientes, que posee una persona con respecto a sus obligaciones conyugales
y a los beneficios que espera obtener del matrimonio en general, pero más que todo;
lo que cada cónyuge espera dar al otro y recibir de él a cambio de lo otorgado
constituyen elementos cruciales.
Los
contratos abarcan todos los aspectos inimaginables de la vida familiar:
relaciones con los hijos, logros, poder, sexo, tiempo libre, dinero, hijos,
etc. El grado en el que un matrimonio pueda satisfacer las expectativas
contractuales de cada esposo en estos terrenos es un determinante importante en
su calidad.
Los términos de los contratos individuales son fijados por
los profundos deseos y necesidades que cada persona espera satisfacer mediante
la relación marital; estas necesidades pueden ser sanas y plausibles, en un
sentido realista, pero también las habrá neuróticas y conflictivas.
Los pacientes y el terapeuta elaboran en forma conjunta el
contenido de contrato matrimonial individual, dividiéndolo en tres categorías
de información o estipulaciones: expectativas de matrimonio; determinantes intrapsíquicos
de las necesidades del individuo; focos externos de problemas conyugales.
Aplicabilidad del concepto contrato.
En terapia marital puede emplearse muchas técnicas y
enfoques, siempre y cuando concuerden con las opiniones y preferencias teóricas
del terapeuta. Por lo cual, procura aclarar puntos importantes de los contratos
teniendo en cuenta los determinantes psíquicos de la mayoría de las cláusulas,
y, de infringirse estas, trata de ayudar a la pareja a renegociar y elaborar
otras más aceptables. Sin embargo, la comprensión y el cambio puede darse en
forma simultánea, también es posible que haya cambio sin comprensión y, a
menudo ésta sola no basta para producirlo.
El paciente experimenta alivio cuando logra percibir (Insight) las causas del cólera e
irritabilidad que lo perturban y confunden. Pero también es posible que se
desconcierte al verse enfrentando decepciones sufridas en el matrimonio, por lo
cual el terapeuta debe ser sensible a los efectos potencialmente disociadores
que sus interpretaciones pueden ejercer sobre la relación. AL final del
tratamiento es mejorar la relación marital, el funcionamiento de la familia y
el crecimiento de los individuos, y como esto exigirá, quizá, una comunicación abierta
entre esposos en todos los niveles aclarándole a su compañero los aspectos
tácitos de sus contratos.
El terapeuta debe actuar con máxima sensibilidad y pericia al aclarar y
utilizar con eficacia el material contractual, especialmente cuando este
refleja la dinámica inconsciente de la actividad psíquica.
Cuando un matrimonio es viable, la aclaración de los contratos
individuales puede causar una mejoría notable e la relación de pareja, así como
en el crecimiento y el desarrollo de cada esposo: “En esta relación no puedo
lograr mi deseo A, pero sí mis deseos
B y C” Estas intelecciones logran que los individuos se empeñen más en
su matrimonio y opten por aceptar sus limitaciones realistas, frente a lo cual
se da la solución de problemas presentados.
Sin embargo, cuando se da el caso de que la revelación de
que las cláusulas matrimoniales son incompatibles, previamente negadas puede
acelerar la disolución del matrimonio “Conceda lo que conceda, no podré obtener
lo que quiero de esta unión.” El hecho de que una pareja resuelva disolver su
matrimonio en el entendimiento comprensivo, de que no se pueden brindar el uno
al otro lo que se desea, no significa que el tratamiento haya fracasado.
El concepto de contratos matrimoniales individuales ayuda a
cada miembro de la pareja a familiarizarse con las necesidades propias, y de su
compañero, y también, con sus respectivas voluntades de brindarse y de señalar
los aspectos problemáticos de su relación.
Los contratos individuales y el de interacción proporcionan
una guía constante para la fijación de objetivos terapéuticos y para la
intervención.
El concepto de contrato integra los dos parámetros de los
determinantes de la conducta, el intrapsíquico y el transaccional. Las
clausulas individuales derivan de necesidades y conflictos que se comprenden
mejor en términos intrapsíquicos y culturalmente determinados, siendo a menudo
intentos adaptativos de resolver conflictos mediante interacciones específicas.
Los contratos individuales nos proporcionan una base
dinámica para mejorar o comprender el mecanismo marital, dándonos indicios de
por qué, cómo y bajo qué circunstancias se suscitan y exacerban las desavenencias
conyugales.
Natalia Barberena Borja.
Es evidente que cuando uno de los conyugues es mucho menos suficiente que el otro o presenta una psicopatologia grave, al igual que tienen contratos diferentes o individuales. lo que posiblemente puede pasar es que llegue al fracaso porque se basan en fantasías que, en realidad ninguna relación podrá cumplir, por lo tanto lo que se puede suponer es que lleguen a la disolución, debido a que no se entiende y no pueden crear un contrato en pareja.
En
todos y cada uno de sus niveles, los contractos son dinámicos y pueden cambiar
en cualquier momento de la relación marital. Como cabe suponer, dichos cambios
suelen ocurrir al producirse una modificación importante en las necesidades, expectativas
o requisitos de rol de uno o ambos esposos, o cuando una nueva fuerza ingresa
al sistema conyugal.
CONTRATO
INDIVIDUAL
“Son los conceptos expresados y tácitos, consientes
e inconscientes, que posee una persona con respecto a sus obligaciones
conyugales y a los beneficios que espera obtener del matrimonio en general y de
su pareja en particular”
Estos suelen
abarcar todos los aspectos de la vida familiar, social, económica, recreación,
etc. Así como también todo lo referente
a sentimientos, necesidades, actividades y relaciones, los términos de los
contratos individuales son fijados por
los profundos deseos y necesidades que cada persona espera satisfacer mediante
la relación marital, estas pueden ser sanas y plausibles / neuróticas y
conflictivas.
Cada miembro de la
pareja cree que recibirá lo que quiere a cambio de lo que dará el otro. Pero
como cada cual actúa basándose en un conjunto diferente de cláusulas
contractuales, e ignorando las del otro, y, como, además, esas cláusulas van
cambiando con el tiempo, suele ocurrir que uno de los esposos modifique las
clausulas o reglas del juego sin discutirlas y, ciertamente, sin el
consentimiento del otro.
De hecho, el
concepto de contrato individual ha servido para entender este tipo de contrato implícito
que se da en el matrimonio, el terapeuta que utiliza el enfoque contractual
considera que las decepciones relacionadas con el enfoque contractual son una
causa fundamental de desavenencias conyugales, por lo que el terapeuta tiene
como tarea poner de manifiesto dicho contrato con la finalidad de que en donde
haya desacuerdos, se trate de llevar a cabo
renegociaciones o elaborar alternativas nuevas donde ambos cónyuges puedan
estar de acuerdo, en muchos de los casos el poner de manifiesto los contratos
individuales puede causar una mejoría en la relación de pareja, pero en muchos
otros el descubrimiento de estos puede llevar a la disolución matrimonial, lo
cual no significa que sea malo ya que podría ser una disolución en el
entendimiento, realista y comprensiva de que no pueden brindarse lo que necesitan
tanto el uno como el otro y convirtiéndose en una experiencia más bien
constructiva para sus vidas.
Este concepto de contratos individuales matrimoniales ayuda a
cada uno de sus miembros a entender o familiarizarse con las necesidades del
otro, así como también de señalarse aspectos conflictivos dentro de la relación.
Según Clifford, aclara que un contrato matrimonial pueden
incluirse un sinnúmero de áreas por tratar, pero que sería un esfuerzo
innecesario por lo que las dividió en tres categorías:
1. Parámetros basados en expectativas puestas en el matrimonio.
1. Parámetros basados en expectativas puestas en el matrimonio.
Propósitos
y objetivos específicos respecto al matrimonio en sí.
2. Parámetros basados en necesidades intrapsiquicas y biológicas.
2. Parámetros basados en necesidades intrapsiquicas y biológicas.
“Estos
parámetros se basan en las necesidades y deseos que surgen dentro del
individuo, están determinados por factores intrapsiquicos y biológicos.
a. Independencia/dependencia.
b. Actividad/pasividad.
c. Intimidad/distanciamiento.
d. Uso/abuso
del poder.
e. Dominio/sumisión.
f. Miedo
a la soledad o al abandono.
g. Necesidad
de poseer y dominar.
h. Grado
de angustia.
i.
Mecanismo de defensa.
j.
Identidad sexual.
k. Características
deseables en el compañero sexual.
l.
Aceptación de uno mismo y del otro.
m. Estilo
cognitivo.
3.
Parámetros que son focos externos de
problemas originados en las categorías 1 y 2.
a. Comunicación
b. Estilo
de vida
c. Familias
de origen
d. Crianza
de los hijos
e. Relaciones
con los hijos
f. Mitos
familiares
g. Dinero
h. Sexo
i.
Valores
j.
Amistades
k. Roles
l.
Intereses
Cada una de estas categorías
contiene materiales procedentes de tres niveles de conciencia distintos:
1.
Puntos consientes y expresados
Se
tratan de todas las expectativas que han sido comunicadas al cónyuge de forma
clara y comprensible, aunque en algún caso este no quiera escucharlas ni
comprenderlas.
2.
Puntos consientes pero no expresados
Consisten
en las expectativas que tiene cada uno de los cónyuges pero que no han sido
expresadas verbalmente ya sea por vergüenza, temor, miedo al rechazo, etc.
3.
Puntos no consientes
Este
nivel abarca los deseos o necesites (a menudo contradictorio y poco realistas)
de los que el cónyuge no tiene conciencia.
En la terapia matrimonial o de pareja el objetivo será
que cada cónyuge conozca sus deseos, expectativas, puntos de
compatibilidad y áreas de oportunidad para llegar a un contrato único
pero no inmutable para su desarrollo conjunto y personal.
Angélica Otero
Causas de dificultades contractuales
Son
muy diversas. Ya que posiblemente los cónyuges pueden estar actuando según contratos
muy distintos e incongruentes. Por lo tanto una causa clásica de tal
incongruencia es la diferencia, de origen cultural, entre las expectativas de hombres
y mujeres con respeto al rol a desempeñar.
Si
un conyugue tiene conflictos intrasiquicos sobre sus propias necesidades y
deseos, las cláusulas de contrató que procuran imponer a nivel de integración dual
reflejaran esos conflictos y contradicciones.
Obviamente,
“el pacto” no puede funcionar en estas condiciones y sobreviene el inevitable
desengaño.
Con
frecuencia un conyugue frustra la expectativas del otro en una área determinada
porque algún aspecto de la transacción genera considerable angustia. Sin embargo
hay relaciones maritales en las que un esposo sádico disfruta con la sensación de
poder que experimenta al frustrar al otro.
Algunos
matrimonios están destinados al fracaso porque uno de los contratos
individuales, o ambos, se basan en expectativas quiméricas: aunque el esposo o
esposa cumplan con sus obligaciones, sus propias necesidades quedan
insatisfechas por el simple hecho de que su compañero es incapaz de
complacerlas; por lo tanto algunas expectativas están condenadas al fracaso
porque se basan en fantasías que, en realidad, ninguna relación podrá cumplir.
Es evidente que cuando uno de los conyugues es mucho menos suficiente que el otro o presenta una psicopatologia grave, al igual que tienen contratos diferentes o individuales. lo que posiblemente puede pasar es que llegue al fracaso porque se basan en fantasías que, en realidad ninguna relación podrá cumplir, por lo tanto lo que se puede suponer es que lleguen a la disolución, debido a que no se entiende y no pueden crear un contrato en pareja.
Conciencia del
contrato
Desde
el punto de vista clínico, conviene considerar en tres niveles distintos la
conciencia que tiene cada conyugue de su contrato matrimonial individual.
Nivel 1. Puntos consientes y
expresados
Este
nivel comprendería todas las expectativas que han sido comunicadas al cónyuge
en un lenguaje claro y comprensible. Es posible que aunque uno de los esposos
se las exprese claramente al otro, ese prefiere cerrarse a toda comunicación y no escuchar, o no registrar, lo
que le han dicho, porque sus propias expectativas o disposición mental son diferentes.
En las comunicaciones, la recepción es tan importante como la emisión, de modo
que es preciso que los conyugues se escuchen mutuamente y se expresen con
sinceridad, sin tapujos.
Nivel 2. Puntos consientes pero no
expresados
Entran
aquí las expectativas, planes, creencias
y fantasías de cada conyugue que solo difieren de las contenidas en el nivel 1
en que no han sido comunicadas verbalmente al compañero, ya sea por vergüenza o
por temor a provocar su ira o rechazo (estas son las razones más comunes). El individuo
puede ser conciente de sus incertidumbres con respeto a establecer una relación
más plena, o a sus desengaños y conflictos incipientes, pero abstenerse de
expresarlos y discutirlos abiertamente.
Nivel 3. Puntos no concientes
Abarca
los deseos y necesidades (a menudo contradictorios y poco realistas) de los que
el conyugue no tiene conciencia; pueden ser similares o contradictorios a las
necesidades y expectativas de los niveles 1 y 2, según el grado de integración del
individuo. Algunas de las cláusulas contractuales de este nivel pueden ser preconsciente y
apenas ocultas, en tanto que otras escapan más al conocimiento conciente. La necesidades
de poder y dominio y de intimidad o distanciamiento los impulsos
contradictorios de actividad y
pasividad, los conflictos entre una conducta infantil o adulta etc. Pertenecen todos
a esta esfera. En muchos aspectos es el nivel contractual más importante por
las múltiples sutilezas de
comportamiento y relación producidas por las fuerzas en juego, las defensas
levantadas contra ellas y los efectos de estas.
La
insatisfacción de las expectativas inconciente tiende a provocar reacciones
emocionales intensas, que confunden y turban a ambos esposos. De producirse un
desplazamiento del afecto, estas reacciones parecen no adecuarse a la realidad
del estímulo inmediato.
ceidy yaritza lucumi larrahondo
PAUTAS CONYUGALES DE AUTOAFIRMACIÓN Y DE DEFENSA
Las maniobras defensivas y de autoafirmación (o lucha por la
realización personal) son funciones de los deseos individuales y colaborativos
de la pareja, tal como se expresan en los tres contratos matrimoniales, así
como de las defensas levantadas para hacer frente a la angustia que genera la
proximidad de la satisfacción o frustración. Las defensas también responden a
ataques exteriores y a interferencias en el logro de los objetivos y fines del sistema.
El individuo puede reaccionar ante los estímulos en forma individual y como
parte del sistema marital.
Las reacciones de autoafirmación
y defensa facilitan el cumplimiento de todas las cláusulas de todos los contratos matrimoniales, esto es, los
objetivos maritales comunes a ambos esposos y sus metas individuales. En otras
palabras, ayudan a alcanzar los objetivos y propósitos. Cuando los objetivos de
los esposos se excluyen entre sí y no están abiertos a una discusión verbal,
entran a funcionar las pautas de autoafirmación y defensa para tratar de llegar
a una solución dentro del sistema marital.
En tales circunstancias, suelen
motivar una interacción negativa. Supongamos que cada cónyuge tiene objetivos
que produzcan felicidad, satisfacción, crecimiento o cualquier otro resultado
que se considere positivo, y que simultáneamente, en otros niveles de
conciencia, coexistan objetivos negativos, inhibitorios o destructivos en
relación con los primeros. Esta actividad inhibitoria dirigida contra los objetivos
positivos es la que origina buena parte de la ambivalencia y conflicto
maritales. Los objetivos negativos no siempre son inconscientes.
Los aspectos de autoafirmación
Son esfuerzos por
alcanzar un objetivo positivo o negativo. El término «autoafirmación» resume
las fuerzas relacionadas con la independencia, actividad, iniciativa, uso del
poder o de la autoridad, dominio, y postergación razonable de las
gratificaciones presentes en aras de una meta más distante; o sea, cualquier
medida activa tendiente al logro de objetivos dentro del sistema marital.
La rama defensiva de las reacciones de
autoafirmación y defensa puede emplear los mecanismos defensivos de cualquiera
de los subsistemas, o los del sistema marital propiamente dicho. Cuando los subsistemas
actúan de consuno, se considera que la defensa es un ejemplo de buena unión
conyugal y trabajo de equipo si se adapta a la realidad exterior; caso
contrario, podrá verse en ella una folie a deux.
El sistema marital, o
cualquiera de los esposos, también puede reaccionar autoafirmándose o
desmoralizándose; en matrimonios o circunstancias diferentes, es posible que el
sistema responda cambiando el foco de sus actividades para salvarse (p. ej.,
«tomémonos unas vacaciones» o «tengamos otro hijo»), o sea, desviando sus
energías del tratamiento de las causas hacia otras tentativas de solución menos
angustiantes.
Una folie a deux
puede ser vista como una maniobra defensiva del sistema, en la cual
ambos cónyuges actúan o perciben al unísono; aunque no concuerde con la
realidad y aleje más a la pareja de los otros, tiende a preservar la
integri-dad del sistema y su propia «realidad» interior.
Mecanismos de defensa
A menudo, los
mecanismos que aquí tratamos defienden al sistema marital, más allá de las maniobras
defensivas del yo y/o del ello de cada individuo, aunque también sirven para la
defensa del yo individual en la relación marital, y para controlar los
impulsos5 y sus afectos conexos. Como cabría suponer, los mecanismos de defensa
individuales son fácilmente activados dentro de la relación marital, debido a
la interdependencia.
. Las fuerzas que activan estos
mecanismos de defensa pueden radicar en el individuo (intrapsíquicas), en el
sistema marital o en la realidad objetiva ajena a dicho sistema. Además y por
encima de esto, tales mecanismos pueden influir positivamente favoreciendo el
logro de los objetivos comunes y/o individuales de los esposos, o negativamente
obstaculizándolo. Influyen en buena parte de las transacciones de los cónyuges
y contribuyen a determinar la naturaleza, modalidad y reglas expresas de su
sistema marital. Con frecuencia, en el uso de estos mecanismos los esposos
entran en una connivencia. Un tipo de connivencia es la que desemboca, por
ejemplo, en una especie en la que ambos individuos se defienden a sí mismos
contra el desenmascaramiento de la falacia de un mito marital (verbigracia, que
«somos una pareja de enamorados que nunca discuten ni riñen»), o contra la
admisión de dificultades conyugales, trasfiriendo la culpa de sus problemas a
otras personas o hechos. Los siguientes mecanismos de defensa son especialmente
importantes en el tratamiento de parejas.
·
En todas las diferentes etapas por las cuales
pasan las relaciones de pareja, siempre hay una
solución y lo mejor es que ambos
estén de acuerdo, y no quedarse estancados en el problema.
Los siguientes mecanismos de defensas son importantes en el
tratamiento de parejas:
A menudo, esta defensa va
acompañada de la aceptación, por parte de uno o ambos cónyuges, de una
limitación real propia de la relación. Puede haber una sublimación conjunta o
del «sistema»; tal el caso de unos esposos que deseaban tener hijos pero,
siendo ambos estériles, fundaron un campamento infantil de veraneo donde
noventa niños se dirigían a ellos llamándolos «Mamá Con- nie» y «Papá Chick».
Sacrificio Altruista:
De las propias aspiraciones y deseos. El ejemplo más común y evidente es el de
la esposa que apoya al marido en su carrera, abandonando la propia o
relegándola a un segundo plano. En el pasado, se educaba a las mujeres para
esto desde la cuna.
Regresión. Es uno de los mecanismos más populares dentro
del matrimonio; casi invariablemente, en la primera sesión el terapeuta detecta
una conducta regresiva en uno o ambos cónyuges. Los componentes trasferenciales
de la elección de pareja y del matrimonio convierten a esta defensa en una
opción inevitable para muchos esposos
Represión. Se la utiliza mucho como defensa contra
impulsos y afectos angustiantes generados dentro del sistema marital.
Formación reactiva. Es muy común en el sistema marital,
especialmente para evitar sentimientos hostiles y agresivos; por ejemplo, una
mujer que ya había resuelto (en su inconsciente) abandonar a su esposo, decidió
de pronto hacerle costosos regalos. La
formación reactiva también puede usarse como defensa contra sentimientos
cariñosos, amorosos y/o sexuales. En el adulto, la causa de esta angustia tiene
que ver, por lo común, con el miedo a hacerse vulnerable al rechazo, o a ser
dominado por el temor de perder a un ser querido; esto hace, quizá, que el
adulto se prohíba a sí mismo captar toda la importancia que tiene para él la
persona amada.
Desmentida. Aquellas manifestaciones de sentimientos o conducta,
propias o del compañero, que alterarían los supuestos básicos del sistema
marital, así como su modus vi- vendí y
modus operandi. Es una defensa muy común. Uno de los tipos más importantes de
desmentida en las relaciones maritales es la
defensa perceptiva, proceso activo e inconsciente por el cual se evita
la percepción del verdadero significado de lo que captan los sentidos, pues
ella provocaría demasiada angustia o exigiría una respuesta demasiado cargada
de angustia.
Inhibición
de impulso. no sólo de los
«instintivos» (p. ej., los sexuales), sino de todo impulso de sentir, pensar,
hacer o decir algo que podría generar angustia, o bien provocar la
desaprobación o menosprecio del compañero. La inhibición de los sentimientos
sexuales es común en el matrimonio, constituyendo una queja frecuente en
terapia. Al hacer el diagnóstico, es difícil distinguir la inhibición de las
respuestas sexuales ante alguien deseable, de la falta de deseos hacia alguien
por no creerlo sexualmente atractivo.
Introyección, incorporación e identificación
Relacionadas con el cónyuge. Estas defensas
ejercen un efecto negativo o, a veces, positivo, sobre la unidad del sistema
marital. Pueden ser sumamente destructivas cuando se emplean como un medio para
someterse al cónyuge y perder la propia individualidad.
Reversión,
o vuelta contra la persona propia. Muchas veces se manifiesta en la depresión
(transitoria o crónica) que causa en un cónyuge el miedo a actuar para remediar
una tendencia perturbadora existente en la relación marital; la ira así
generada es vuelta contra uno mismo.
Proyección. Es un mecanismo común, mediante el cual se adjudican al
cónyuge los sentimientos o impulsos propios.
Intelectualización.
Puede ser muy molesta e irritante
para el esposo, que busque una mayor intimidad con su compañero
intelectualizador. Muchas personas se casan creyendo que el amor ablandará a
poco esta defensa, si bien hay casos en que la necesidad de intelectualizar e
invalidar las respuestas afectivas no emerge hasta después del matrimonio. A
veces, el amor y el trato íntimo vencen a la intelectualización, pero es más
frecuente que la provoquen en el individuo propenso, como una defensa contra la
exposición y la intimidad.
Anulación (mágica). Este
mecanismo primitivo no es una defensa interaccional eficaz, porque la
compulsión a repetir el mismo acto es tan irritante que genera intolerancia y
hostilidad. Expiación expresa creencia en la posibilidad de una anulación
mágica.
Fantasías. Pueden utilizarse
como defensa o como medio de gratificación. En el primer caso, invierten la
situación real en forma tal que se mantiene la desmentida y se bloquea (o, al
menos, se difiere) una amenaza al sistema escondiendo adrede los sentimientos
que despierta el elemento perturbador.
Las defensas son determinantes importantes del
contrato de interacción de la pareja. Pueden ser positivas si facilitan el
logro de objetivos normales y alivian la
tención dentro del sistema marital. El terapeuta necesita identificar los
mecanismos de defensa que emplea cada esposo y encararlos como mejor le
parezca, conforme a su enfoque terapéutico. Cuando la angustia disminuye,
gracias a la acción recíproca de las maniobras de autoafirmación y defensa.
Suleyi Ararat Carabali.
En este vídeo observaremos todos los componentes en la interacción de la pareja y las interacciones que ejercen terceros dentro de la misma; se observaran la forma de comunicación entre los cónyuges, el como se ocultan las diferencias, las afecciones que producen en el hijo afectando su rendimiento escolar, se observará la relación triangular cuando la madre del cónyuge y la hermana de la esposa critican el modo en que se tratan, Introspección, incorporación e identificación ya que la mayor pare del vídeo ejercen efectos negativos. en conclusión el vídeo refleja la interacción que ocurre dentro de la relación de pareja.
LIANA ANDREA PEREZ MONTES