sábado, 6 de junio de 2015

Terapia estructural: Minuchin


Salvador Minuchin nació en San Salvador el 13 de octubre de 1921.
Su modelo estructural comprende a la familia como un sistema que tiende a la defensa de su estabilidad ante los cambios de condiciones e influencias internas y externas.
El restablecimiento de jerarquías, la formulación de límites claros, la definición de roles y funciones y la disolución de alianzas o triángulos ayudaría regresar a una estructura familiar funcional.

El Modelo Estructural propone al psiquismo del individuo como una estructura no exclusivo de un proceso interno, pues tiene que ver la interacción del sujeto con el contexto. En ello, cuenta y con gran importancia las modificaciones de la estructura familiar, ya que ésta se identifica por ser una unidad social.



La organización primaria de la familia    se caracteriza por sus vínculos, y las relaciones afectivas que se dan por las cuales se constituyen subsistemas; dadas por género, intereses, función, etc.
Dentro del grupo familiar en donde se aprenden los valores y se transmite la cultura, la cual será filtrada y orientada por cada sistema; por medio de las cuales se comienza a estructural el  yo del sujeto, a tener su propia identidad y personalidad.
Cuando se presentan cambios o modificaciones de una estructura familiar contribuye a la producción de cambios en la conducta y procesos psíquicos internos de los miembros de ese sistema.
Dicha estructura familiar se da con base a pautas transaccionales cuya plataforma son las reglas y límites (dados por las reglas).
Dicho subsistemas se dividen; subsistema marital o  subsistema conyugal (pareja), subsistema paternal,  subsistema fraterno o de hermanos (hijos y hermanos); estos se da según los roles, el género, edad, etc.
Subsistema marital/conyugal:
 En éste sistema deberá ceder parte de su individualidad para lograr un sentido de pertenencia.
Subsistema parental:
 Para su funcionamiento eficaz requiere que los padres e hijos acepten el uso de la autoridad.


Subsistema fraterno o de hermanos:
En dicho mundo fraterno los niños aprenden a negociar, cooperara y competir.

La estructura familiar  funciona en alineamientos, y dichos alineamientos, constituyen la unión de dos o más miembros del sistema para llevar a cabo una operación; dando dimensiones de alianza o inclusión entre dos o más personas; estos pueden ser funcionales o disfuncionales según se respeten los límites o sea su duración.
El grupo debe de tener límites que son dados por las reglas que se posee en la familia que definen y participan en situaciones determinadas, protegiendo la diferenciación del sistema y sus subsistemas
Familias aglutinadas
Familias desligadas
En la familia se da:
Quienes son los miembros de la familia que participan (límites): Reglas que definen quienes participan en la familia y de qué manera deben o tienen que hacerlo. Su función es proteger la diferenciación de los sistemas.
Con  o contra quien (alineamientos): Subraya hacia quien van las interacciones y hacia quien se evitan.
Energía que motiva y activa el sistema para llevar a cabo la acción. (Poder): Toma como base las reglas y normas las cuales motivan acciones en el núcleo familiar, y para abstenerse de otras.

POSTULADOS CONCEPTUALES
Minuchin en 1989 plantea los siguientes axiomas de la terapia estructural sistémica:
a) La vida psíquica de un individuo no es exclusivamente un proceso interno. Interacción con su contexto
b) Las modificaciones de una estructura familiar contribuyen a la producción de cambios en la conducta y procesos psíquicos internos de los miembros de ese sistema.
c) El terapeuta debe incluir su conducta dentro del mismo contexto. Sistema terapéutico.

TERAPIA ESTRUCTURAL

Entre los años 1965 y 1970, Salvador Minuchin crea el enfoque terapéutico conocido como terapia familiar estructural, centrándose sobre todo en la "organización" jerárquica del sistema familiar y en la descripción de las distintas estructuras de comunicación que conllevan los tipos de límites.

ESTRUCTURA FAMILIAR
“El conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de la familia”.
El sistema familiar se expresa a través de pautas transaccionales cuyo funcionamiento se da con base en reglas acerca de quiénes son los que actúan, con quién y de qué forma.



AXIOMAS DEL MODELO ESTRUCTURAL
1) La presentación de la queja.
2) Las interacciones que mantienen el problema o síntoma.
3) Los caminos para llegar al cambio.
4) La exploración del pasado.

Proceso terapéutico se desarrolla en tres etapas:

a) El terapeuta se “une” a la familia desde una posición de liderazgo.
b) Se “desliga” y evalúa la estructura familiar subyacente.
c) “se crea” las circunstancias que permitirán transformar la estructura

La tarea del terapeuta es guiar la entrevista de manera que las conductas peculiares de sus miembros se comprendan como respuestas sensibles a tensiones existentes a la familia global.

Acciones del terapeuta
1. Posición de cercanía: el TF brinda apoyos y convalidación (confirmación),connota positivamente.
2. Posición intermedia: el TF escucha de manera activa, pero neutral. Esto es rastro, prestar atención sostenida a fin de las personas narre los detalles de su historia. Desde ahí inicia intervenciones sobre el proceso (interacción) no sobre el contenido.
3. Posición distante: el TF muestra neutralidad emocional, pero es muy directivo en sus intervenciones. Presiona activamente para modificar rutinas (crea contextos nuevos, es decir, escenarios diferentes de interacción).

Principales metas que un terapeuta espera alcanzar en la fase inicial de su trato con la familia:
1.- Elaborar un diagnóstico estructural
2.- La re definición del problema-queja
3.- Una evaluación de la disposición al cambio de la familia
4.- Determinar las metas del tratamiento
5.- la selección de las unidades de tratamiento y una planificación preliminar de las etapas del tratamiento

Principales metas que un terapeuta espera alcanzar en la fase inicial de su trato con la familia:
1.- Elaborar un diagnóstico estructural
2.- La re definición del problema-queja
3.- Una evaluación de la disposición al cambio de la familia
4.- Determinar las metas del tratamiento
5.- la selección de las unidades de tratamiento y una planificación preliminar de las etapas del tratamiento

Objetivo de la terapia
El objetivo de las interacciones en el presente, es el sistema familiar, el terapeuta se asocia a este sistema y utiliza a su persona para transformarlo, al cambiar las posiciones de los miembros de la familia, cambian sus experiencias subjetivas.
  1. Una transformación de su estructura permitirá al menos alguna posibilidad de cambio.
  2. El sistema familiar está organizado sobre la base del apoyo, regulación, alimentación y socialización de sus miembros, por lo que el papel del terapeuta es unirse a la familia para reparar o modificar su funcionamiento para que desarrolle sus tareas con eficiencia.
  3. El sistema de la familia tiene propiedades de auto perpetuación, por lo tanto el proceso terapéutico será mantenido en ausencia del terapeuta por los mecanismos de autorregulación de este. Preservando el cambio.

EL CAMBIO
La teoría del cambio: El cambio se produce cuando la familia se “reequilibra” sobre una nueva estructura adecuada a la etapa del ciclo evolutivo que le corresponde. El objetivo terapéutico es cambiar la organización familias, los límites entre subsistemas y jerarquías, introduciendo novedad y diversidad en las estrategias de la vida de la familia que sustituyan a las pautas de rigidez y rutina crónicas que caracterizan un sistema patológico.
Caso

Bibliografía

      Bertrando, P. (2009). Ver la familia: Visiones teóricas, trabajo clínico. Psicoperspectivas. 3 (1).
      González Calvo (2004). Familias multiproblemáticas dificultades de abordaje. Revista del Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. (6), 145 – 156.
      González Salamea, C. (sin año). Teoría estructural familiar.
      Maestría Terapia en Familia UNAM. (sin año) Modelo terapéutico Estructural: Salvador Minuchin.
 Wikipedia (2015). Salvador Minuchin. Recuperado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Minuchin

sábado, 30 de mayo de 2015

Contrato matrimonial y terapia de pareja.



CONTRATOS LEGALES.



Sussman, Cogswell y Ross (1973) combinaron su ingenio emprendiendo estudios de contratos matrimoniales, los cuales suelen darse en las siguientes estipulaciones:






En el matrimonio o vida en pareja se establece una serie de contratos, es decir, una serie de expectativas, ilusiones y deseos que un cónyuge espera del otro que estos sean complacidos. Asimismo, el otro cónyuge espera tanto dar como recibir satisfacción de sus expectativas. Dichos contratos en su mayoría no son expresados por la pareja, otros son conscientes o inconscientes.



El contrato formal que puede firmar una pareja expresa su ideología y resume sus principios; es una expresión concreta de sentimientos y actitudes, en la medida en que los individuos son conscientes de ella. Sin embargo, los contratos escritos; los cuales no están destinados a contemplar las necesidades, expectativas y obligaciones emocionalmente determinadas. Los integrantes de la pareja cada cual actúa como si su propio programa matrimonial fuera un pacto convenido y firmado por ambos; cada cual piensa en su único contrato, aunque se desconocen partes de él. No son verdaderos los contratos, sino dos conjuntos diferentes de expectativas, deseos y obligaciones, cada uno de los cuales existe sólo en la mente de un cónyuge.

Cada miembro de la pareja cree que recibirá lo que quiere, a cambio de lo que él dará al otro. Pero como cada cual actúa con base al conjunto de cláusulas contractuales, e ignorando las de su compañero, y que además dichas cláusulas van cambiando con el tiempo; al alcanzar diversas etapas del ciclo vital familiar y el actuar de fuerzas externas sobre la pareja o sobre los integrantes de la familia, suele ocurrir que uno de los esposos modifique las cláusulas o reglas en el matrimonio sin discutirlas y sin consentimiento del otro.



A medida que pasa el tiempo en la convivencia de pareja en el matrimonio, se va dando paso a diferentes etapas del ciclo vital familiar, las cuales exigen una cambios en los contratos establecidos por la pareja.




Contratos matrimoniales individuales.


Posee una “dinámica contractual” siendo un poderoso determinante de la conducta individual dentro del matrimonio y, asimismo, de la calidad marital. Por lo tanto se entiende por contrato marital los conceptos expresados y tácitos, conscientes e inconscientes, que posee una persona con respecto a sus obligaciones conyugales y a los beneficios que espera obtener del matrimonio en general, pero más que todo; lo que cada cónyuge espera dar al otro y recibir de él a cambio de lo otorgado constituyen elementos cruciales. 





Los contratos abarcan todos los aspectos inimaginables de la vida familiar: relaciones con los hijos, logros, poder, sexo, tiempo libre, dinero, hijos, etc. El grado en el que un matrimonio pueda satisfacer las expectativas contractuales de cada esposo en estos terrenos es un determinante importante en su calidad.



Los términos de los contratos individuales son fijados por los profundos deseos y necesidades que cada persona espera satisfacer mediante la relación marital; estas necesidades pueden ser sanas y plausibles, en un sentido realista, pero también las habrá neuróticas y conflictivas.





Los pacientes y el terapeuta elaboran en forma conjunta el contenido de contrato matrimonial individual, dividiéndolo en tres categorías de información o estipulaciones: expectativas de matrimonio; determinantes intrapsíquicos de las necesidades del individuo; focos externos de problemas conyugales.




Aplicabilidad del concepto contrato.


En terapia marital puede emplearse muchas técnicas y enfoques, siempre y cuando concuerden con las opiniones y preferencias teóricas del terapeuta. Por lo cual, procura aclarar puntos importantes de los contratos teniendo en cuenta los determinantes psíquicos de la mayoría de las cláusulas, y, de infringirse estas, trata de ayudar a la pareja a renegociar y elaborar otras más aceptables. Sin embargo, la comprensión y el cambio puede darse en forma simultánea, también es posible que haya cambio sin comprensión y, a menudo ésta sola no basta para producirlo.

El paciente experimenta alivio cuando logra percibir (Insight) las causas del cólera e irritabilidad que lo perturban y confunden. Pero también es posible que se desconcierte al verse enfrentando decepciones sufridas en el matrimonio, por lo cual el terapeuta debe ser sensible a los efectos potencialmente disociadores que sus interpretaciones pueden ejercer sobre la relación. AL final del tratamiento es mejorar la relación marital, el funcionamiento de la familia y el crecimiento de los individuos, y como esto exigirá, quizá, una comunicación abierta entre esposos en todos los niveles aclarándole a su compañero los aspectos tácitos de sus contratos. 



El terapeuta debe actuar con máxima sensibilidad y pericia al aclarar y utilizar con eficacia el material contractual, especialmente cuando este refleja la dinámica inconsciente de la actividad psíquica. 



Cuando un matrimonio es viable, la aclaración de los contratos individuales puede causar una mejoría notable e la relación de pareja, así como en el crecimiento y el desarrollo de cada esposo: “En esta relación no puedo lograr mi deseo A, pero sí mis deseos B y C” Estas intelecciones logran que los individuos se empeñen más en su matrimonio y opten por aceptar sus limitaciones realistas, frente a lo cual se da la solución de problemas presentados.

Sin embargo, cuando se da el caso de que la revelación de que las cláusulas matrimoniales son incompatibles, previamente negadas puede acelerar la disolución del matrimonio “Conceda lo que conceda, no podré obtener lo que quiero de esta unión.” El hecho de que una pareja resuelva disolver su matrimonio en el entendimiento comprensivo, de que no se pueden brindar el uno al otro lo que se desea, no significa que el tratamiento haya fracasado.




El concepto de contratos matrimoniales individuales ayuda a cada miembro de la pareja a familiarizarse con las necesidades propias, y de su compañero, y también, con sus respectivas voluntades de brindarse y de señalar los aspectos problemáticos de su relación.



Los contratos individuales y el de interacción proporcionan una guía constante para la fijación de objetivos terapéuticos y para la intervención.

El concepto de contrato integra los dos parámetros de los determinantes de la conducta, el intrapsíquico y el transaccional. Las clausulas individuales derivan de necesidades y conflictos que se comprenden mejor en términos intrapsíquicos y culturalmente determinados, siendo a menudo intentos adaptativos de resolver conflictos mediante interacciones específicas.

Los contratos individuales nos proporcionan una base dinámica para mejorar o comprender el mecanismo marital, dándonos indicios de por qué, cómo y bajo qué circunstancias se suscitan y exacerban las desavenencias conyugales.




Natalia Barberena Borja.




CONTRATO INDIVIDUAL


“Son los conceptos expresados y tácitos, consientes e inconscientes, que posee una persona con respecto a sus obligaciones conyugales y a los beneficios que espera obtener del matrimonio en general y de su pareja en particular”

Estos suelen abarcar todos los aspectos de la vida familiar, social, económica, recreación, etc. Así como también  todo lo referente a sentimientos, necesidades, actividades y relaciones, los términos de los contratos individuales  son fijados por los profundos deseos y necesidades que cada persona espera satisfacer mediante la relación marital, estas pueden ser sanas y plausibles / neuróticas y conflictivas.

Cada miembro de la pareja cree que recibirá lo que quiere a cambio de lo que dará el otro. Pero como cada cual actúa basándose en un conjunto diferente de cláusulas contractuales, e ignorando las del otro, y, como, además, esas cláusulas van cambiando con el tiempo, suele ocurrir que uno de los esposos modifique las clausulas o reglas del juego sin discutirlas y, ciertamente, sin el consentimiento del otro.

De hecho, el concepto de contrato individual ha servido para entender este tipo de contrato implícito que se da en el matrimonio, el terapeuta que utiliza el enfoque contractual considera que las decepciones relacionadas con el enfoque contractual son una causa fundamental de desavenencias conyugales, por lo que el terapeuta tiene como tarea poner de manifiesto dicho contrato con la finalidad de que en donde haya desacuerdos, se trate de llevar a cabo renegociaciones o elaborar alternativas nuevas donde ambos cónyuges puedan estar de acuerdo, en muchos de los casos el poner de manifiesto los contratos individuales puede causar una mejoría en la relación de pareja, pero en muchos otros el descubrimiento de estos puede llevar a la disolución matrimonial, lo cual no significa que sea malo ya que podría ser una disolución en el entendimiento, realista y comprensiva de que no pueden brindarse lo que necesitan tanto el uno como el otro y convirtiéndose en una experiencia más bien constructiva para sus vidas.

Este concepto de contratos individuales matrimoniales ayuda a cada uno de sus miembros a entender o familiarizarse con las necesidades del otro, así como también de señalarse aspectos conflictivos dentro de la relación.

Según Clifford, aclara que un contrato matrimonial pueden incluirse un sinnúmero de áreas por tratar, pero que sería un esfuerzo innecesario por lo que las dividió en tres categorías:
1.      Parámetros basados en expectativas puestas en el matrimonio.
Propósitos y objetivos específicos respecto al matrimonio en sí.
2.      Parámetros basados en necesidades intrapsiquicas y biológicas.
“Estos parámetros se basan en las necesidades y deseos que surgen dentro del individuo, están determinados por factores intrapsiquicos y biológicos.

a.       Independencia/dependencia.
b.      Actividad/pasividad.
c.       Intimidad/distanciamiento.
d.      Uso/abuso del poder.
e.       Dominio/sumisión.
f.       Miedo a la soledad o al abandono.
g.      Necesidad de poseer y dominar.
h.      Grado de angustia.
i.        Mecanismo de defensa.
j.        Identidad sexual.
k.      Características deseables en el compañero sexual.
l.        Aceptación de uno mismo y del otro.
m.    Estilo cognitivo.

3.      Parámetros que son focos externos de problemas originados en las categorías 1 y 2.

a.       Comunicación
b.      Estilo de vida
c.       Familias de origen
d.      Crianza de los hijos
e.       Relaciones con los hijos
f.       Mitos familiares
g.      Dinero
h.      Sexo
i.        Valores
j.        Amistades
k.      Roles
l.        Intereses

Cada una de estas categorías contiene materiales procedentes de tres niveles de conciencia distintos:
1.      Puntos consientes y expresados
Se tratan de todas las expectativas que han sido comunicadas al cónyuge de forma clara y comprensible, aunque en algún caso este no quiera escucharlas ni comprenderlas.

2.      Puntos consientes pero no expresados
Consisten en las expectativas que tiene cada uno de los cónyuges pero que no han sido expresadas verbalmente ya sea por vergüenza, temor, miedo al rechazo, etc.

3.      Puntos no consientes
Este nivel abarca los deseos o necesites (a menudo contradictorio y poco realistas) de los que el cónyuge no tiene conciencia.
En la terapia matrimonial o de pareja  el objetivo será que cada cónyuge conozca sus deseos, expectativas, puntos de compatibilidad  y áreas de oportunidad para llegar a un contrato único pero no inmutable para su desarrollo conjunto y personal.




Angélica Otero




Causas de dificultades contractuales

Son muy diversas. Ya que posiblemente los cónyuges pueden estar actuando según contratos muy distintos e incongruentes. Por lo tanto una causa clásica de tal incongruencia es la diferencia, de origen cultural, entre las expectativas de hombres y mujeres con respeto al rol a desempeñar.
Si un conyugue tiene conflictos intrasiquicos sobre sus propias necesidades y deseos, las cláusulas de contrató que procuran imponer a nivel de integración dual reflejaran esos conflictos y  contradicciones.
Obviamente, “el pacto” no puede funcionar en estas condiciones y sobreviene el inevitable desengaño.
Con frecuencia un conyugue frustra la expectativas del otro en una área determinada porque algún aspecto de la transacción genera considerable angustia. Sin embargo hay relaciones maritales en las que un esposo sádico disfruta con la sensación de poder que experimenta al frustrar al otro.
Algunos matrimonios están destinados al fracaso porque uno de los contratos individuales, o ambos, se basan en expectativas quiméricas: aunque el esposo o esposa cumplan con sus obligaciones, sus propias necesidades quedan insatisfechas por el simple hecho de que su compañero es incapaz de complacerlas; por lo tanto algunas expectativas están condenadas al fracaso porque se basan en fantasías que, en realidad, ninguna relación podrá cumplir. 




Es evidente que cuando uno de los conyugues  es mucho menos suficiente que el otro o presenta una psicopatologia grave, al igual que tienen contratos diferentes o individuales. lo que posiblemente puede pasar es que llegue al fracaso porque se basan en fantasías que, en realidad ninguna relación podrá cumplir, por lo tanto lo que se puede suponer es que lleguen a la disolución, debido a que no se entiende y no pueden crear un contrato en  pareja.

Conciencia del contrato
Desde el punto de vista clínico, conviene considerar en tres niveles distintos la conciencia que tiene cada conyugue de su contrato matrimonial individual.

Nivel 1. Puntos consientes y expresados
Este nivel comprendería todas las expectativas que han sido comunicadas al cónyuge en un lenguaje claro y comprensible. Es posible que aunque uno de los esposos se las exprese claramente al otro, ese prefiere cerrarse a toda  comunicación y no escuchar, o no registrar, lo que le han dicho, porque sus propias expectativas o disposición mental son diferentes. En las comunicaciones, la recepción es tan importante como la emisión, de modo que es preciso que los conyugues se escuchen mutuamente y se expresen con sinceridad, sin tapujos.

Nivel 2. Puntos consientes pero no expresados
Entran aquí las expectativas,  planes, creencias y fantasías de cada conyugue que solo difieren de las contenidas en el nivel 1 en que no han sido comunicadas verbalmente al compañero, ya sea por vergüenza o por temor a provocar su ira o rechazo (estas son las razones más comunes). El individuo puede ser conciente de sus incertidumbres con respeto a establecer una relación más plena, o a sus desengaños y conflictos incipientes, pero abstenerse de expresarlos y discutirlos abiertamente.

Nivel 3. Puntos no concientes
Abarca los deseos y necesidades (a menudo contradictorios y poco realistas) de los que el conyugue no tiene conciencia; pueden ser similares o contradictorios a las necesidades y expectativas de los niveles 1 y 2, según el grado de integración del individuo. Algunas de las cláusulas contractuales  de este nivel pueden ser preconsciente y apenas ocultas, en tanto que otras escapan más al conocimiento conciente. La necesidades de poder y dominio y de intimidad o distanciamiento los impulsos contradictorios  de actividad y pasividad, los conflictos entre una conducta infantil o adulta etc. Pertenecen todos a esta esfera. En muchos aspectos es el nivel contractual más importante por las múltiples sutilezas  de comportamiento y relación producidas por las fuerzas en juego, las defensas levantadas contra ellas y los efectos de estas.
La insatisfacción de las expectativas inconciente tiende a provocar reacciones emocionales intensas, que confunden y turban a ambos esposos. De producirse un desplazamiento del afecto, estas reacciones parecen no adecuarse a la realidad del estímulo inmediato.



 En todos y cada uno de sus niveles, los contractos son dinámicos y pueden cambiar en cualquier momento de la relación marital. Como cabe suponer, dichos cambios suelen ocurrir al producirse una modificación importante en las necesidades, expectativas o requisitos de rol de uno o ambos esposos, o cuando una nueva fuerza ingresa al sistema conyugal.
 ceidy  yaritza lucumi larrahondo 



PAUTAS CONYUGALES DE AUTOAFIRMACIÓN Y DE DEFENSA

Las maniobras defensivas y de autoafirmación (o lucha por la realización personal) son funciones de los deseos individuales y colaborativos de la pareja, tal como se expresan en los tres contratos matrimoniales, así como de las defensas levantadas para hacer frente a la angustia que genera la proximidad de la satisfacción o frustración. Las defensas también responden a ataques exteriores y a interferencias en el logro de los objetivos y fines del sistema. El individuo puede reaccionar ante los estímulos en forma individual y como parte del sistema marital.
Las reacciones de autoafirmación y defensa facilitan el cumplimiento de  todas   las cláusulas de todos  los contratos matrimoniales, esto es, los objetivos maritales comunes a ambos esposos y sus metas individuales. En otras palabras, ayudan a alcanzar los objetivos y propósitos. Cuando los objetivos de los esposos se excluyen entre sí y no están abiertos a una discusión verbal, entran a funcionar las pautas de autoafirmación y defensa para tratar de llegar a una solución dentro del sistema marital.
En tales circunstancias, suelen motivar una interacción negativa. Supongamos que cada cónyuge tiene objetivos que produzcan felicidad, satisfacción, crecimiento o cualquier otro resultado que se considere positivo, y que simultáneamente, en otros niveles de conciencia, coexistan objetivos negativos, inhibitorios o destructivos en relación con los primeros. Esta actividad inhibitoria dirigida contra los objetivos positivos es la que origina buena parte de la ambivalencia y conflicto maritales. Los objetivos negativos no siempre son inconscientes.
 Los  aspectos de autoafirmación
 Son esfuerzos por alcanzar un objetivo positivo o negativo. El término «autoafirmación» resume las fuerzas relacionadas con la independencia, actividad, iniciativa, uso del poder o de la autoridad, dominio, y postergación razonable de las gratificaciones presentes en aras de una meta más distante; o sea, cualquier medida activa tendiente al logro de objetivos dentro del sistema marital.

 La rama defensiva de las reacciones de autoafirmación y defensa puede emplear los mecanismos defensivos de cualquiera de los subsistemas, o los del sistema marital propiamente dicho. Cuando los subsistemas actúan de consuno, se considera que la defensa es un ejemplo de buena unión conyugal y trabajo de equipo si se adapta a la realidad exterior; caso contrario, podrá verse en ella una folie a deux.
 El sistema marital, o cualquiera de los esposos, también puede reaccionar autoafirmándose o desmoralizándose; en matrimonios o circunstancias diferentes, es posible que el sistema responda cambiando el foco de sus actividades para salvarse (p. ej., «tomémonos unas vacaciones» o «tengamos otro hijo»), o sea, desviando sus energías del tratamiento de las causas hacia otras tentativas de solución menos angustiantes.
 Una  folie a deux  puede ser vista como una maniobra defensiva del sistema, en la cual ambos cónyuges actúan o perciben al unísono; aunque no concuerde con la realidad y aleje más a la pareja de los otros, tiende a preservar la integri-dad del sistema y su propia «realidad» interior.

Mecanismos de defensa
 A menudo, los mecanismos que aquí tratamos defienden al sistema marital, más allá de las maniobras defensivas del yo y/o del ello de cada individuo, aunque también sirven para la defensa del yo individual en la relación marital, y para controlar los impulsos5 y sus afectos conexos. Como cabría suponer, los mecanismos de defensa individuales son fácilmente activados dentro de la relación marital, debido a la interdependencia.
. Las fuerzas que activan estos mecanismos de defensa pueden radicar en el individuo (intrapsíquicas), en el sistema marital o en la realidad objetiva ajena a dicho sistema. Además y por encima de esto, tales mecanismos pueden influir positivamente favoreciendo el logro de los objetivos comunes y/o individuales de los esposos, o negativamente obstaculizándolo. Influyen en buena parte de las transacciones de los cónyuges y contribuyen a determinar la naturaleza, modalidad y reglas expresas de su sistema marital. Con frecuencia, en el uso de estos mecanismos los esposos entran en una connivencia. Un tipo de connivencia es la que desemboca, por ejemplo, en una especie  en la  que ambos individuos se defienden a sí mismos contra el desenmascaramiento de la falacia de un mito marital (verbigracia, que «somos una pareja de enamorados que nunca discuten ni riñen»), o contra la admisión de dificultades conyugales, trasfiriendo la culpa de sus problemas a otras personas o hechos. Los siguientes mecanismos de defensa son especialmente importantes en el tratamiento de parejas. 
·         En todas las diferentes etapas por las cuales pasan las relaciones de pareja, siempre hay una  solución  y lo mejor es que ambos estén de acuerdo, y no quedarse estancados en el problema.

Los siguientes mecanismos de defensas son importantes en el tratamiento de parejas:
A menudo, esta defensa va acompañada de la aceptación, por parte de uno o ambos cónyuges, de una limitación real propia de la relación. Puede haber una sublimación conjunta o del «sistema»; tal el caso de unos esposos que deseaban tener hijos pero, siendo ambos estériles, fundaron un campamento infantil de veraneo donde noventa niños se dirigían a ellos llamándolos «Mamá Con- nie» y «Papá Chick».

Sacrificio Altruista: De las propias aspiraciones y deseos. El ejemplo más común y evidente es el de la esposa que apoya al marido en su carrera, abandonando la propia o relegándola a un segundo plano. En el pasado, se educaba a las mujeres para esto desde la cuna.

Regresión.  Es uno de los mecanismos más populares dentro del matrimonio; casi invariablemente, en la primera sesión el terapeuta detecta una conducta regresiva en uno o ambos cónyuges. Los componentes trasferenciales de la elección de pareja y del matrimonio convierten a esta defensa en una opción inevitable para muchos esposos
Represión.  Se la utiliza mucho como defensa contra impulsos y afectos angustiantes generados dentro del sistema marital.
Formación reactiva.  Es muy común en el sistema marital, especialmente para evitar sentimientos hostiles y agresivos; por ejemplo, una mujer que ya había resuelto (en su inconsciente) abandonar a su esposo, decidió de pronto  hacerle costosos regalos. La formación reactiva también puede usarse como defensa contra sentimientos cariñosos, amorosos y/o sexuales. En el adulto, la causa de esta angustia tiene que ver, por lo común, con el miedo a hacerse vulnerable al rechazo, o a ser dominado por el temor de perder a un ser querido; esto hace, quizá, que el adulto se prohíba a sí mismo captar toda la importancia que tiene para él la persona amada.
Desmentida. Aquellas manifestaciones de sentimientos o conducta, propias o del compañero, que alterarían los supuestos básicos del sistema marital, así como su modus vi- vendí  y modus operandi. Es una defensa muy común. Uno de los tipos más importantes de desmentida en las relaciones maritales es la  defensa perceptiva, proceso activo e inconsciente por el cual se evita la percepción del verdadero significado de lo que captan los sentidos, pues ella provocaría demasiada angustia o exigiría una respuesta demasiado cargada de angustia.
 Inhibición  de impulso. no sólo de los «instintivos» (p. ej., los sexuales), sino de todo impulso de sentir, pensar, hacer o decir algo que podría generar angustia, o bien provocar la desaprobación o menosprecio del compañero. La inhibición de los sentimientos sexuales es común en el matrimonio, constituyendo una queja frecuente en terapia. Al hacer el diagnóstico, es difícil distinguir la inhibición de las respuestas sexuales ante alguien deseable, de la falta de deseos hacia alguien por no creerlo sexualmente atractivo.

Introyección, incorporación e identificación
 Relacionadas con el cónyuge. Estas defensas ejercen un efecto negativo o, a veces, positivo, sobre la unidad del sistema marital. Pueden ser sumamente destructivas cuando se emplean como un medio para someterse al cónyuge y perder la propia individualidad.
 Reversión, o vuelta contra la persona propia. Muchas veces se manifiesta en la depresión (transitoria o crónica) que causa en un cónyuge el miedo a actuar para remediar una tendencia perturbadora existente en la relación marital; la ira así generada es vuelta contra uno mismo.
Proyección. Es un mecanismo común, mediante el cual se adjudican al cónyuge los sentimientos o impulsos propios.
 Intelectualización.  Puede ser muy molesta e irritante para el esposo, que busque una mayor intimidad con su compañero intelectualizador. Muchas personas se casan creyendo que el amor ablandará a poco esta defensa, si bien hay casos en que la necesidad de intelectualizar e invalidar las respuestas afectivas no emerge hasta después del matrimonio. A veces, el amor y el trato íntimo vencen a la intelectualización, pero es más frecuente que la provoquen en el individuo propenso, como una defensa contra la exposición y la intimidad.
Anulación  (mágica). Este mecanismo primitivo no es una defensa interaccional eficaz, porque la compulsión a repetir el mismo acto es tan irritante que genera intolerancia y hostilidad. Expiación expresa creencia en la posibilidad de una anulación mágica.
Fantasías.  Pueden utilizarse como defensa o como medio de gratificación. En el primer caso, invierten la situación real en forma tal que se mantiene la desmentida y se bloquea (o, al menos, se difiere) una amenaza al sistema escondiendo adrede los sentimientos que despierta el elemento perturbador.
 Las defensas son determinantes importantes del contrato de interacción de la pareja. Pueden ser positivas si facilitan el logro de objetivos  normales y alivian la tención dentro del sistema marital. El terapeuta necesita identificar los mecanismos de defensa que emplea cada esposo y encararlos como mejor le parezca, conforme a su enfoque terapéutico. Cuando la angustia disminuye, gracias a la acción recíproca de las maniobras de autoafirmación y defensa.



Suleyi Ararat Carabali.











En este vídeo observaremos  todos los componentes en la interacción de la pareja y las interacciones que ejercen terceros dentro de la misma; se observaran la forma de comunicación entre los cónyuges, el como se ocultan las diferencias, las afecciones que producen en el hijo afectando su rendimiento escolar, se observará la relación triangular cuando la madre del cónyuge y la hermana de la esposa critican el modo en que se tratan, Introspección, incorporación e identificación ya que la mayor pare del vídeo ejercen efectos negativos. en conclusión el vídeo refleja la interacción que ocurre dentro de la relación de pareja.




LIANA ANDREA PEREZ MONTES